Los agentes que patrullan las calles de Madrid han detectado que este incremento se debe a «la llegada de muchos vendedores ambulantes que antes se buscaban la vida en provincias periféricas de España y ahora están confluyendo en Madrid; aquí tienen más oportunidad de vender», explica un policía. Pero desde el lado de los manteros, la realidad tiene más matices: «No es agradable estar toda la vida corriendo por las calles delante de la Policía. Pero esta es la única forma que tengo de ganarme la vida y de alimentar a mi mujer y mis tres hijos en Senegal», cuenta Baye, de 35 años y vendedor de camisetas de fútbol falsificadas.